Sobre Nosotros
NUESTRA TIERRA: EL ALMA DE CADA COSECHA
Entre viñedos, historia y tradición
Hablar de Grancores es hablar de Belchite, un lugar donde el tiempo ha dejado su huella en forma de historia, paisajes y tradiciones que perduran. Situado en el corazón de Aragón, este territorio ha sido testigo de siglos de historia, de batallas y reconstrucciones, de memorias que resuenan en las calles de su famoso Pueblo Viejo, un conjunto de ruinas que hoy es símbolo de resistencia y testimonio del pasado.
Pero más allá de su historia, Belchite es también tierra de vida, de cultivos que han sabido adaptarse a su clima extremo y suelos ricos en minerales. En estas tierras áridas, marcadas por la fuerza del sol y el carácter del viento, crecen nuestros viñedos, alimentados por la dureza y generosidad de este paisaje único.
El Pueblo Viejo de Belchite, con sus muros de piedra desgastados por el tiempo, representa la memoria de un pueblo que ha sabido renacer. Del mismo modo, nuestras viñas se aferran a esta tierra, resistiendo inviernos fríos y veranos secos, absorbiendo su esencia para transformarla en vinos con personalidad propia. En cada copa de Grancores hay un pedazo de Belchite, un reflejo de su tierra rojiza, de su luz inconfundible y de la tradición que ha dado forma a nuestra forma de entender el vino.

Un territorio con carácter
El secreto de nuestros vinos no está solo en nuestras manos, sino en la tierra que nos da su fruto. Belchite cuenta con un clima continental extremo, donde los inviernos son fríos y los veranos calurosos, con bajas precipitaciones y un fuerte impacto del Cierzo, el viento característico de esta zona. Estas condiciones obligan a la vid a desarrollar raíces profundas en busca de agua y nutrientes, lo que da como resultado uvas concentradas, con una acidez equilibrada y una riqueza aromática excepcional.
Nuestros suelos, compuestos por una mezcla de arcilla y piedra caliza, aportan estructura y mineralidad a los vinos. Las variedades que cultivamos, garnacha y Cabernet Sauvignon, encuentran en este terroir su máxima expresión. La garnacha, autóctona de Aragón, se adapta perfectamente a estas condiciones, ofreciendo vinos afrutados, suaves y con gran potencial de envejecimiento. Por su parte, el Cabernet Sauvignon aporta complejidad y profundidad, creando un tinto con un equilibrio perfecto entre tradición y modernidad.
Un vínculo inquebrantable con la tierra
Desde nuestros inicios, en Grancores hemos entendido que para hacer grandes vinos hay que empezar por cuidar la tierra. Por eso, trabajamos nuestros viñedos con respeto y dedicación, siguiendo prácticas de viticultura sostenible que garantizan que nuestras vides sigan dando lo mejor de sí año tras año.
Cada cosecha es un reflejo del clima, del suelo y del esfuerzo de quienes trabajamos esta tierra con pasión. La vendimia manual, la selección cuidadosa de cada racimo y el uso de técnicas artesanales en nuestra bodega son nuestro sello distintivo, garantizando que cada botella capture la autenticidad del paisaje belchitano.
Así, Grancores no es solo una bodega, sino una continuación de la historia de Belchite. Es el testimonio de un pueblo que sigue en pie, de una tierra que no deja de dar frutos y de una tradición que nos inspira a seguir creando vinos con alma. En cada sorbo, una historia; en cada botella, el espíritu de nuestra tierra.